jueves, 17 de mayo de 2007

[manifiesto] MANIFIESTO COMPROMISO 'de Montjuïc'

MANIFIESTO COMPROMISO 'de Montjuïc'
Por una arquitectura digna, por una ética de la construcción: la buena construcción.

Los profesionales y ciudadanos que nos comprometemos con el presente manifiesto lo hacemos a título individual. Nuestro compromiso es personal, uno a uno por lo tanto, y no colectivo. No es, entonces, una manifestación de 'arquitectos', sino de quienes fehacientemente asumen una precisa ética deontológica por la buena construcción y de quienes voluntariamente se adhieren a ella, y manifiestan:

Pensamos que la arquitectura tiene vocación de ser construida para ser habitada por las personas conforme a los recursos y patrones técnicos, culturales y de sensibilidad que corresponden a cada tiempo, situación y lugar. Pensamos también que tradicionalmente la humanidad asumió la arquitectura y las ciudades como actos de protección de las personas y de dominio sobre la naturaleza.

Constatamos, por otra parte, que la arquitectura y las ciudades evolucionan con total independencia de lo que piensan, e incluso de la existencia misma, de los diversos agentes profesionales que intervienen en la construcción de la arquitectura y las ciudades.

Denunciamos que la construcción tiene hoy, en nuestro entorno profesional, social, cultural y medio ambiental, un problema de vínculos y alianzas y por ello es necesario reivindicar la responsabilidad de los arquitectos como personas inductoras de una negociación de los recursos de los que la sociedad dispone para realizar una situación de arquitectura.

Defendemos el compromiso y la voluntad de resolver, a través de la construcción, la materialización en arquitectura de las posibilidades infinitas de la relación entre las ideas y las cosas, entre lo colectivo y lo individual, entre lo abstracto y la realidad, entre el lugar y el paisaje, entre lo público y lo privado, entre el arte y la vida, entre las personas. En la buena construcción, además del compromiso y la voluntad de materialización, el rigor del proceso constructivo y la respuesta precisa a las necesidades objetivas están implícitos desde los primeros dibujos de proyecto. Ese es su signo, el de la buena construcción.

Nuestro compromiso personal se especifica en la defensa de la idoneidad de las relaciones que conducen a lo que reivindicamos como arquitectura digna. Se debe establecer, necesariamente, a través del proyecto arquitectónico y de la construcción rigurosa, entendido como una misma cosa. Proyecto y construcción han de buscar la respuesta al 'qué' previamente al 'cómo', sin renunciar a ninguno de ellos, mediante la aplicación responsable de: conocimiento; la administración cabal del tiempo; la transmisión de experiencia, energía y emoción; el sentido del riesgo intelectual y de la innovación; la prevención de lo superfluo y de lo temerario sin sentido; la cancelación de los oportunismos convenientes o coyunturales; la permanente revisión de los prejuicios y hábitos adquiridos; la destreza en utilizar los avances tecnológicos de investigación y de simulación en favor de la ética constructiva y la sensibilidad atenta a la importancia de las necesidades colectivas de las personas por encima de cualquier otra consideración, inclusive las personales opciones estéticas, creativas o económicas.

Frente al 'parecer' de las arquitecturas etiquetadas, de voluntades dudosas o estériles, de pura simulación, vindicativas de la corrección oportunista, representantes de lo conveniente y dominante, comprometemos el 'ser' de una arquitectura sin adjetivos, de buena construcción, sin intermediación. Comprometemos una arquitectura y una ciudad de las personas.

En Montjuïc, Barcelona, a 17 de MAYO de 2007

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