jueves, 17 de mayo de 2007

[adhesiones] José Herrera

Contad con mi apoyo.
Os mando una carta al director que envié anteayer al dominical de La Razón (en respuesta al especial sobre arquitectua del pasado fin de semana), y que en lo esencial coincide con el Manifiesto que estáis promoviendo.

Un fuerte abrazo,

Jose Herrera


Las Bellas Artes no son ajenas a muchos males de nuestro tiempo. Por eso, frente a ciertas arquitecturas subyugadas por el poder del dinero o asentadas en el relativismo y las modas, reconforta la apuesta de El Magazine por la arquitectura que busca, simplemente, soluciones racionales a problemas cotidianos.

En muchas ciudades prolifera una arquitectura impersonal que se entiende como el coste inevitable de cada metro cuadrado construído. Una perversión similar a la que supondría que el marco de un cuadro se cotizara por encima del gesto único de su artista creador. En el otro extremo, algunos arquitectos estrella convierten sus proyectos en imagen comercial de sus pretenciosos mecenas institucionales. Así, en una sociedad obsesionada con las apariencias, un cierto tipo de arquitectura se convierte en imagen de sí misma, con la misma intensidad hipnótica que cualquier otro producto publicitario. La arquitectura–anuncio sustituye a la planta y el proyecto construído.

Sólo desde una actitud racional se pueden reconducir las cosas. Nuestra forma de vivir ha cambiado, y con ella, la arquitectura. Agotamos nuestros días en el coche, en el trabajo, en los centros comerciales. Las prisas han convertido nuestros hogares en meros contenedores en los que repostar las horas necesarias para poder seguir consumiendo tiempo a ritmo frenético. Necesitamos, definitivamente, una nueva arquitectura. Una arquitectura que consiga emocionarnos cada día. Una arquitectura que nos permita ser más dueños de nuestro tiempo, de nuestros sueños, de nuestra vida.

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